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Sempirtene and serendipity

Love story.

Inspired by Rubin's "Nomad" song.

Image by Karoline Soares

Aún recuerdo el día que la conocí como si fuera ayer, aunque ya hayan pasado casi dos años.


Estaba leyendo sola sentada en un banco, de vez en cuando, como reflexionando, dejaba de leer y miraba al horizonte con una mirada perdida. Esa mirada, que me recorrió todo el cuerpo, era una mezcla entre tristeza y vacío con un cierto brillo y esperanza. Era una mirada tan única, sincera y bondadosa que terminó por conmoverme tanto, que me acerqué para ver si podía alegrarle un poco el día.


– ¿Estás bien? Pareces algo triste – le dije con una sonrisa amigable.


Entonces me miró con cierta desconfianza, me sentí desnudo y vulnerable, como si ella pudiera verme por dentro. Fue como si en un segundo ella pudiera saber, sin haberle dicho nada sobre mí, lo roto que estaba, que no podría amarla como se merece, como si supiera que en un futuro le haría daño y la rompería en mil pedazos, porque para mí, conocerla en aquel momento, no era más que un simple juego de conquista.


– Estoy reflexionando sobre mi propósito en esta vida, me pregunto que he venido a hacer aquí en este mundo, eso me lleva a apreciar todas esas cosas que he conseguido, aprendido y tengo ahora mismo; y a la vez, me lleva a pensar en todo aquello que no tengo y quería conseguir, todo aquello que quería hacer y nunca hice y por qué. Y eso me hace sentir algo melancólica – Me dijo ella con su, ya típica, mirada triste y bondadosa.


En ese preciso momento supe que esa chica era especial, de esas chicas de las que te acabas enamorando; salvaje, fuerte, libre y alocada. Supe que me había equivocado, que no iba a ser ningún juego de conquista, sino que, por el contrario, conocerla me iba a cambiar la vida, llevándome a dar lo mejor de mí, a aprender a amar y valorar todo aquello que en ese momento no valoraba. Supe que, si no estaba a la altura, por mucha paciencia, fuerza y amor que ella pudiera tener y entregar, sino aprendía a amarla, ella acabaría decidiendo amarse a sí misma, alejarse de mí y yo no podría olvidarla jamás, por la huella que ella habría dejado en mí.


Así sucedió. Hoy, que ya no está a mi lado como un día sí estuvo, después de, a pesar de todo, no haberla sabido cuidar como ella se merece, tengo un vacío tan grande que me doy cuenta de que solo ella puede llenarlo, me doy cuenta de que ella decidió amarme y dar lo mejor de sí misma cada día, a pesar de saber todo lo que sabía, de que, a pesar de haberla amado tan mal, ella supo cuidarme y tener paciencia cuando menos lo merecía, sin saber si un día yo aprendería, cambiaría y lucharía por ella.


Entonces, después de recordar todo eso y de recordarla a ella, un fuerte impulso nace en mí, cojo el teléfono, marco su número y la llamo sin pensar mientras mi mente me dice: “No puedes dejarla escapar, nunca es demasiado tarde”.


– Pi, pi, pi. – Suena el teléfono, estoy muy nervioso.


– ¿Y si ella ya no siente lo mismo? ¿ y si no me coge? – ¿Y si sí que lo siente? – mi mente conversa con ella misma mientras no deja de sonar el irritante pi, pi, pi.


– ¿Sí? – Contesta ella con su dulce voz sin haber pasado casi ni 2 segundos.


Fue en ese preciso instante cuando fui consciente de que pasara lo que pasara, ella siempre iba a estar en mi corazón y que, por preferir, prefería estar con ella antes que con su ausencia, que prefería decirle lo que sentía a pesar del miedo, antes que pasarme toda la vida recordándola y preguntándome que habría pasado, entonces dije sin pensar:


“Te quiero, siempre te he querido y siempre te querré.”

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